(Fotografía de Francisco Balboa, Barcelona, Esp.)
Me faltan tantas cosas por hacer.
Viajar a un lugar nuevo y
descubrir la forma de mirar,
sonreír y disfrutar de sus habitantes.
Navegar al alba en una barca pequeña
por un río cualquiera, en cualquier lugar y
ver la ribera de diferentes intensidades, escuchar los sonidos que la habitan.
Ver caer la nieve desde la ventana de
una cálida cabaña, con una taza de buen café
para calentar la vida, como aquella cabaña
humeante que vimos juntos desde el tren, ¿lo recuerdas?.
Subir a lo alto de una montaña y ver la
caída del sol hasta perderse, para después admirar
cómo resplandecen la estrellas y la luna, y si es posible alucinarme con las auroras boreales, paisajes impresionantes del norte.
Caminar sin rumbo bajo un paraguas,
por una ciudad de baldosas brillantes y
paredes antiguas, como aquella noche en Roma: mojados, felices, perdidos, sin prisa.
Ir a un campo poblado de luciérnagas y sentirlas,
vivirlas, perseguirlas sin hacerles daño, para llenar mi corazón de infancia.
Reunir a toda mi familia, un día de éstos, para
hablar de la vida sin censura, de sueños y que nuestra risa sea la música que se escucha.
Escribir, escribir mucho, que es como se me alivia el alma. Ver, escuchar, sentir la vida y luego leer a Lorca y a Paz.
Y si me queda tiempo, me gustaría vivir en un país
sin odios, sin miedos, sin diferencias, sin etiquetas. Vivir mi país y su gente que vibra al escuchar un son.
Victoria Luna
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