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Para qué leer poesía



Hace unos días me puse a reflexionar sobre las razones que tendría un obrero, un informático, una empleada, un médico para leer poesía. Pongo estos ejemplos de ocupaciones de la misma manera como pondría cualquier otro. Las personas salen de sus empleos con el único objetivo de romper con la rutina, llegar a sus casas para descansar, convivir con los suyos, ver a los amigos, caminar, ir de compras, ¿y los libros? Uno de teoría para los profesionistas, como consulta, o un periódico para enterarse de lo que sucede en México y el mundo, una revista de modas o de chismes de artistas para olvidarse de los problemas personales y divertirse con los problemas de otros, quizá algo de narrativa: novela, noveleta, cuento, etc., para recrear la noche, un diario amarillista con las noticias más relevantes del día y si trae imágenes de bellas mujeres, mejor,  los niños y jóvenes leen en internet o comics, pero, ¿y poesía? Por qué tendrían ellos que leer versos, cómo convencerlos de que la poesía les llenaría de frases, pensamientos, imágenes hermosas creadas por la naturaleza o por la imaginación del poeta. Poco importaría si es un soneto, versos octosílabos, si es un poema libre, si… qué importan las figuras retóricas, lo que se siente al leer un poema es lo importante.
He escuchado que México es un país de poetas y la mayoría de las personas sólo conocen a unos cuantos: Paz, Sabines, Velarde, Sor Juana, Alfonso Reyes, Efraín Huerta, etc., por mencionar algunos. ¿Dónde están los demás? Sólo los encontramos en antologías o porque en la televisión o en algunas revistas, que llegan a muy pocos, nos enteran de que han sido premiados en el extranjero. ¿Qué deben hacer los jóvenes que escriben poesía para que podamos leerlos o escucharlos? Cabe mencionar que algunas revistas hacen invitaciones a los jóvenes para atraer a sus páginas nuevas propuestas. ¿Y a qué porcentaje de personas llegarán estas revistas? La respuesta es obvia porque pocas personas leen poesía. Por qué no hacer un programa estilo Francia donde se lee poesía en las calles, en los puentes, en los jardines, donde se camina leyendo un poema o como en Granada, España, que en vez de vandalismo que no grafitti, porque es diferente, escriben versos en las paredes y es un placer detenerse a mirar y leer. Se me viene a la mente el ejercicio de la película “El estudiante” donde los estudiantes leen “El Quijote” en las calles a los transeuntes asombrados de escucharlos  y algunos programas de televisión donde promueven la lectura; Canal 22 y Tv UNAM, canales poco vistos por la mayoría, en fin.. ese es otro asunto.
¿Cuál será la causa de que en México no leamos poesía?  ¿Serán los maestros o  los padres de familia? No deseo generalizar ni crear una polémica, pero seamos realistas. ¿Cuántos maestros o padres leen poesía a sus niños? Había tantos poemas hermosos en los libros de texto. Recuerdo aquellos poemas que uno  memorizaba (para siempre) para recitarlos el día de la madre o en cualquier evento importante:

Cultivo una rosa blanca

Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo y espina cultivo,
cultivo una rosa blanca.

De José Martí, cubano.

Y qué me dicen de este poema de Octavio Paz.

LA RAMA

Canta en la punta del pino
un pájaro detenido,
trémulo, sobre su trino.
Se yergue, flecha, en la rama,
se desvanece entre alas
y en música se derrama.
El pájaro es una astilla
que canta y se quema viva
en una nota amarilla.
Alzo los ojos: no hay nada.
Silencio sobre la rama,
sobre la rama quebrada.

Ya vuelvo a las andadas nuevamente.


Y qué han hecho los institutos de cultura con la poesía. Hacer concursos, premiar el “mejor poemario”, editar un libro y guardarlo para que se empolve en la oficina,  y después de eso ¿qué? ¿Y el programa para darlo a conocer?, ¿y el plan de actividades con esos poemarios? Son muchas preguntas. Mucho habrá qué hacer. Los poetas también son causantes porque piensan que si escriben con complejidad parecerán cultos, académicos, filósofos, complejos, pero  quién los comprende, sería  mejor llegar a la gente con un lenguaje sencillo y claro para que cualquier lector perciba el mensaje, los sentimientos manifiestos, las metáforas creadas, qué sé yo.

Espero que algún día a los Institutos de Cultura se les “prenda el foco” y  haga partícipes a los que nos gusta la poesía para ir a algún barrio, a una plaza, a una fábrica, a leer versos con el único fin de contagiar el gusto por la poesía.

Entonces, ¿para qué leer poesía? 
Para reinventar el lenguaje y conectarlo con las emociones, para sentirse intensamente vivo.

He dicho.



Victoria Luna


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