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Encuentro inesperado




     Tranvía Tampico-Playa

Ay, esto de las nuevas tecnologías me rebasa. 
Me gusta escribir en mis cuadernos, oler el papel, escuchar cómo se desliza el lápiz por la hoja, usar el borrador si me equivoco, limpiar la hoja. Escribir es usar los sentidos. 
El asunto es que tengo iPad y últimamente éste me facilita escribir en el momento en que se me viene una idea y no tengo que esperar a buscar el cuaderno y el lápiz, ah, porque me gusta escribir con lápiz, no con bolígrafo. El lápiz tiene un olor que me hace recordar mi infancia, la escuela... En fin. 
Hoy, leyendo en el Facebook el estado de un primo, descubrí el nombre de una prima que hace muchos, pero muchos años no veo y sentí mucha emoción. Recordé sus ojos amielados, su modo de hablar haciendo gestos y moviendo sus manos al ritmo de su voz. Éramos tan amigas y un buen día, no, ¡mal día!, dejamos de vernos, ella comenzó a trabajar, después yo, se casó y yo hice lo mismo, tuvimos a nuestro primer hijo, yo una hija, y un día, no recuerdo cual, se fue de Tampico, yo también, y no volví a verla. 
El mismo momento en que la descubrí en Facebook, le mandé invitación de amistad y no pasó ni una hora cuando sonó mi celular de un modo que no había escuchado, un extraño sonido como de grillo, y no supe que hacer. Lo revisé muy bien y encontré que en messenger tenía una llamada perdida de ella. No sabia que por messenger podía llamar a mis contactos de manera gratuita -no es que sea tacaña, eh- vi que podía devolver la llamada y lo hice, no entró, me marcó error. Lo dejé por la paz, pero no pasó ni un minuto cuando ya tenía nuevamente el grillo en mi teléfono, era ella. Qué gusto escuchar su voz, así como la escuchaba me iba imaginando sus manos, su cara, su cabello largo y lacio. Platicamos un rato, con las interferencias e interrupciones normales de una llamada telefónica, sin embargo, fue como si acortáramos la distancia. Dicen que Facebook acerca a los que están lejos y aleja a los cercanos. Será? Por lo pronto estoy escribiendo con la emoción en la yema de los dedos.
Esto se los cuento porque aún me asombro, me agrada descubrirme con los ojos muy abiertos con las cosas que me sorprenden, saltar de gusto, que se me llenen los ojos de húmeda alegría, sentir que nada está lejos. Conchis me preguntó si yo viajaba a Estados Unidos y le respondí que nunca. Aprovecho para decirles que un día decidí que yo no pisaría ese país porque sentía indignación, incomprensión, furia, que se yo, pero fue una decisión de juventud que por ideales o no, sigo manteniendo, aunque no creo que por mucho tiempo, porque New York me ha guiñado el ojo desde hace algunos años, caminar por Central Park, visitar el MoMA ( Museo de Arte Moderno), escuchar jazz, hacer todas esas cosas que solo en New York se pueden hacer. Boston y Chicago también me han hecho guiños, pero yo me he puesto mis moños y no me dejo seducir. Quizá ya sea tiempo de tramitar la visa. A estas alturas sigo pensando igual, manteniendo algunos puntos de vista con respecto a Estados Unidos, sólo que ahora tengo la convicción de que soy la misma en cualquier punto del horizonte y que la belleza se puede descubrir en cualquier lugar, así como la felicidad de disfrutarla. 
Este día ha cambiado un panorama de futuro y debo agradecerlo. Hay muchos caminos abiertos y uno de ellos me permitirá reencontrar a esa prima-amiga que está lejos para darle un abrazo y escuchar todo lo que quiera contarme, que debe ser mucho .y viceversa  
Ha sido un buen día y estoy feliz.


¿Te acuerdas del tranvía?



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