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ORLANDO ALCÁNTARA FERNÁNDEZ, GRACIAS


Victoria Luna:

El libre aleteo de una mujer-numen.

Por: Orlando Alcántara Fernández


Asumiendo un criterio axiológico la poesía de Victoria Luna se nos muestra como un dechado de múltiples valoraciones prístinas en que la Patria, el Amor, la Maternidad, la Paternidad, la Conciencia Social, el Compromiso Intelectual, la Sensibilidad Humana, la Libertad, en fin, todo un espectro de valores inmarcesibles toman el primer lugar como materia prima para el poetizar.  En Victoria Luna no hay límites para la Poesía.  Cualquier tema es su tema; cualquier causa es su causa.  Esa es su libertad endémica en el poemario “Alas de Mujer” excelentemente perfilado con aliento universal a toda prueba.  Unas veces se nos revela en Neruda; otras en Gabriela Mistral.  ¡Qué sé yo!  Siempre se nos revela como Victoria Luna, la misma que toma a la luna como pretexto metapoético intratextual para hacer de sus versos un poema amántico que nos lleva a otro plano de la consciencia.

Asumiendo un criterio óntico, su ser es un ser para la libertad plena, para la libertad de una mujer que poetiza más allá de las mismas fronteras que su poesía desmitifica.  Mujer pletórica de versos que no dejan de estremecernos.  Mujer alada en aleteos plenos.  Mujer que puede detenerse a ver los niños mendicantes en las calles.  Mujer que rememora con ternura al padre y con amor indecible a la madre.  Mujer-numen, mujer-poiesis en el más amplio sentido de la palabra creación.  Su mirada nos despierta y nos eleva a otra dimensión de lo real materno.  Victoria Luna cumple a cabalidad con lo expresado por Francoise Sagan: “El arte debe tomar a la realidad por sorpresa”.  Así es Victoria y su victoria es sobre el verso.  Su batalla campal la libra en contra de la página en blanco y su éxito es un triunfo poético de amplios méritos.  Su mirada caleidoscópica se inserta en lo más íntimo de las cosas, de los pétalos de la rosa como ella diría.  

Su voz femenina no deja de sorprendernos por su finura y sofisticación.  Por su dulzura.  Por sus ternezas en el decir poético.  Por su agudeza en la denuncia.  Por su humanidad en primer plano.  Por ser ella en el verso.  Por desnudar su alma en cada letra.

Victoria Luna es una poeta de nuestros tiempos.  Es ella sin ropajes extraños.  Sin pretensiones poéticas o intelectualoides.  A pura voz.  A puro cincelado en la palabra poética.  Su voz es río que fluye incesantemente con aguas nuevas.  Es más que el río de Heráclito; es el río nuestro.  De nuestra cotidianidad develada por el sutil roce de los dedos de una mujer escribiendo sobre una página en blanco todos sus poemas para el deleite nuestro.  Esa mujer tiene un nombre y un apellido que todos debemos recordar.  Sus versos memorables son nuestro mejor testigo.  

1 comentario:

Victoria Luna dijo...

Hay personas que, sin conocerlas físicamente, llegan y sus palabras se quedan para siempre. Gracias, Sr. Orlando Alcántar por este texto tan bello e inmerecido.
Gracias por siempre allá donde esté, de todo corazón.