Fotografía tomada de internet
Llueve a cántaros, Mateo.Llueve como si no hubiera otra oportunidad para la lluvia
o para Lluvia que no cesa de soplar tu rostro
mientras amorosamente te alimenta y te mira, la miras,
intercambian miradas jade.
Llueve, y en la palmera escurre un río por las hojas
Llueve, y en la palmera escurre un río por las hojas
que apenas se mueven,
pesan, se agachan, se columpian.
Llueve y mi niña, la que vive en mí,
Llueve y mi niña, la que vive en mí,
quiere empaparse de septiembre
para escuchar el croar de ranas que en cuanto deje de llover
para escuchar el croar de ranas que en cuanto deje de llover
saldrán a celebrar un banquete de mosquitos.
No son gotas las que caen convirtiéndose en mil gotas, Mateo,
No son gotas las que caen convirtiéndose en mil gotas, Mateo,
no, son chorros buscando cauces y miradas
que esperan bajo un techo y con los pies mojados
que pare de llover
que pare de llover
para seguir sus pasos.
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